Para proteger la piel en la playa, es fundamental usar un protector solar de amplio espectro, preferiblemente con un SPF de 30 o más.
Este debe aplicarse generosamente en toda la piel expuesta, al menos 20-30 minutos antes de salir al sol, y es vital reaplicarlo cada dos horas, especialmente después de nadar o sudar.
Sin embargo, el protector solar no es suficiente por sí solo.
Es recomendable complementarlo con protección física, como sombreros de ala ancha, gafas de sol con protección UV y ropa que cubra el cuerpo, idealmente con protección UV integrada.
El sol es más intenso entre las 10 a.m. y las 4 p.m., por lo que es prudente evitar la exposición directa durante estas horas, buscando sombra o simplemente limitando el tiempo bajo el sol.
Además, es crucial mantener una buena hidratación, ya que el sol y el calor pueden deshidratar tanto la piel como el cuerpo en general.
Beber agua con frecuencia y aplicar una crema hidratante después de la exposición solar ayudará a mantener la piel saludable.
No se deben olvidar áreas como las orejas, el cuello, los pies, el cuero cabelludo y los labios, que también necesitan protección.
Un bálsamo labial con SPF es tan importante como el protector solar para estas zonas.
Después de la exposición al sol, es recomendable usar productos calmantes como gel de aloe vera o cremas after-sun, que ayudan a la piel a recuperarse y a mantener su hidratación.
Siguiendo estos consejos, puedes disfrutar de la playa mientras cuidas y proteges tu piel de los daños solares.